Cada
día experimento, Señor, tu presencia, tu empuje, tu mano que me levanta, me
despierta y me impulsa a ponerme en camino y a seguir tras tu Palabra y el
ejemplo de tu Vida. Experimento que me cuesta, pero que ese esfuerzo me llena
de gozo y de alegría.
Hay
dos formas de mirar el tiempo de la ancianidad. Una, resignado y triste, viendo
que la vida de este mundo se te va. Y otra, esperanzado, alegre y expectante pensando
que llega el momento de iniciar la verdadera Vida Eterna junto a Dios.
Es hermoso vivir el tiempo de la ancianidad desde una perspectiva de eternidad. No es lo mismo pensar que mi vida está en las puertas de su final que pensar que está en el inicio de una vida nueva, gozosa, plena y eterna. Un nuevo nacimiento eterno.
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