Juan
nos sirve de referencia en el cumplimiento de nuestra misión anunciadora. Como él,
desde nuestra humilde atalaya, debemos de ser lámpara que, asistido en el
Espíritu Santo, demos anuncio y proclamación del Amor misericordioso de Dios.
Dame,
Señor, la Gracia y la sabiduría de saber responderte en cada instante de mi
vida con paz, sabiduría y fortaleza para dejar siempre patente que Tú, mi
Señor, eres la Buena Noticia de salvación que esperamos. Amén.
No se trata simplemente de creer, sino de manifestar esa fe en la que se cree. Porque, cuando se es, se transmite. No se trata de ser, sino de también darse a conocer. Eso fue precisamente lo que hizo Juan. Pidamos también nosotros anunciar al Señor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Tu pensamiento es una búsqueda más, y puede ayudarnos a encontrarnos y a encontrar nuestro verdadero camino.