La
dificultad está en convertir nuestro camino en un camino de aspiraciones,
cómodo y hasta placentero pensando en nosotros mismos. Y no en un camino de
conversión en actitud de disponibilidad, de darnos y de servicio a los más
necesitados. No seguimos, sino nos seguimos.
Seguir
a Jesús es tratar de vivir sus actitudes de amor misericordioso a todos los
hombres sin exclusión. De eso se trata, de ser como Tú, Señor y no convertir
nuestro seguimiento en un seguimiento personal de aspiración a escalar puestos
relevantes.
Sin
apenas darnos cuenta ni percibir nada, seguimos a Jesús desde nuestro proyecto
personal, desde nuestro deseo de ascender, de escalar prestigio y puestos más
relevantes. El diablo nos engaña y quedamos presos en sus redes. Seguir a Jesús
huele más a cruz que rosa. Y es que detrás de la cruz está lo que buscamos, la
felicidad.
Discernir,
nos exige estar al lado y en el Señor. Porque, sin Él, el camino de nuestra
vida queda a merced de los vientos del mal intencionado Maligno que trata de
seducirnos y llevarnos al precipicio. En el Señor encontraremos siempre la
opción buena que nos salva.
Discernir implica tomar decisiones, y, tomarlas exige sabiduría y conocimiento. Por experiencia sabemos que muchas se nos resisten y no sabemos qué camino tomar. Por otro lado hay muchas apariencias y malas intenciones que nos seducen y nos utilizan. Es evidente y se hace necesario estar unido a la fuente de la verdad. Y eso solo lo encontramos en el Señor. Y como nos dice el Papa Francisco, nos conviene ser amigos de Jesús. Él es el Camino, la Verdad y la Vida.
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