La
vida y ejemplo de María, la Madre de Dios, nos fortalece y nos ayuda a hacer
nosotros lo mismo. Es evidente que, ante tal testimonio nos sentimos pequeños y
débiles, y nos damos cuenta de que necesitamos la oración y la acción del
Espíritu Santo.
Señor,
tu Madre nos enseña el camino: la escucha, obediencia y, sobre todo, la fe. Fe
en tu Palabra y fortaleza para, fiándonos, por la Gracia del Espíritu Santo, poder
cumplirla a pesar de nuestras flaquezas y debilidades. El santo Rosario nos
ayuda a ello.
Vivir para creer, pero no solamente quedarnos en la fe, sino vivirla con todas sus consecuencia. Eso nos descubre nuestra debilidad y lo pequeño que somos. Experimentamos miedo y flaqueza y, por eso, Señor, experimentamos la necesidad de orar, de pedirte y estar a tu lado como hizo María.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Tu pensamiento es una búsqueda más, y puede ayudarnos a encontrarnos y a encontrar nuestro verdadero camino.