No
importa la labia ni las hermosas palabras. El Señor no espera eso de nosotros.
Sabe de nuestras capacidades y manera de expresarnos. Solo quiere tu confianza
y tu fe. Y que seas perseverante y le pidas lo que realmente necesitas para
permanecer a su lado.
Nunca
podré saborear la paz, el silencio, la soledad, la alegría y el sentido de este
mundo si no camino a tu ritmo y sigo tus pasos. Porque, Tú, mi Señor, eres el
Camino, eres la Verdad y eres la Vida. El gozo y la felicidad eterna están
contenidas en tu contemplación, Señor.
Está
al alcance de la mano porque hemos sido creados para ser felices eternamente.
Luego, ¿qué ocurre? ¿Por qué no nos atrevemos a preguntárnoslo? ¿Acaso es por
miedo? Hablemos con nuestro Padre sin miedo. Él nos quiere y nos revela su Amor
Misericordioso.
El primer paso es conocerse a uno mismo. Y conocerse implica saber de tus cualidades y limitaciones. Dado ese previo paso podemos estar en disposición de caminar hacia donde hemos sido llamados, porque nuestra vida es un camino que va desde la hora de nuestro nacimiento hasta la hora final. Conocer y saber a dónde vamos y con quien podemos ir es condición indispensable para alcanzar esa meta que todos queremos: Felicidad y Vida Eterna junto a Dios.
Es evidente que para llegar a un lugar deseado
hay, primero, que conocer ese lugar y su ubicación. Y luego, conociendo el
camino emprender la marcha haca él. De la misma manera, discernir nos exige
conocernos a nosotros mismos para saber por, cómo, dónde y con quien debemos
caminar y a donde nos dirigimos. Supuesto todo esto, reflexiónenos sobre lo que
el Papa Francisco nos dice en la audiencia de hoy.
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Tu pensamiento es una búsqueda más, y puede ayudarnos a encontrarnos y a encontrar nuestro verdadero camino.