Nos
pasamos todo el tiempo de nuestra vida buscando seguridades. Seguros de vida,
alarmas y seguros de vivienda, bienes y rentas que te den una seguridad
económica y etc. Sin embargo, en cualquier instante, nuestra vida, puede ser
reclamada.
El
mundo es un peligro cuando, quizás sin darme cuenta y llevado por mi naturaleza
herida por el pecado, me dejo seducir y caigo en sus redes. Entonces, creyendo
que encuentro la felicidad experimento que estoy en el infierno. Porque sin Ti,
Señor, me pierdo.
El
mejor seguro es vivir despreocupado de la hora de nuestro final y tratar, en
cada instante que se nos regale la vida, de vivirlo dándonos en amor gratuito
por buscar el bien de quienes nos lo piden y, sobre todo, de los que nos
necesitan.
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