«Quien la persigue la
consigue», dice el refrán. Y la
experiencia nos lo certifica. Nada se consigue de manera fácil, y si sucede
así, nos extraña. Todo exige esfuerzo y es a eso a lo que nos anima el Señor en
el Evangelio de hoy. ¡Insistamos en pedir!
¡Ven
Espíritu Santo!, llena mi vida con tu Espíritu y derrame en mi todo los frutos
y dones que necesito para sublimar mi vida y alejarla del pecado. Suaviza mi
soberbia y fortalece mi humildad y dame la sabiduría para encontrar la paz y la
verdad. Amén.
A
la primera de cambio no se consiguen las cosas. Se hace necesario insistir,
volver a intentarlo y perseverar en el esfuerzo de pedir. Sobre todo a nuestro
Padre del Cielo. Porque, la insistencia descubre nuestra fe. Quien cree insiste
y persevera, pues el resultado de la fe es la esperanza. Y quien espera es, a
pesar de las dudas, porque cree.
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