Es evidente, ¡y lo
sabemos por experiencia1, que lo bueno, lo verdaderamente bueno cuesta
esfuerzo. Por tanto, vencer nuestro egoísmo, nuestra naturaleza adicta al
pecado y herida por él será algo que nos exige mucho esfuerzo. Y solo no
podremos. Necesitamos al Señor.
Gracias, Señor,
por tu Misericordia Infinita, por tu Bondad y Ternura. ¡Qué sería de mí sin Ti,
Señor? ¡Gracias por tanto amor y por tu Infinita Paciencia! ¡Me has acompañado,
me has levantado de mis caídas y me has perdonado todos mis olvidos y egoísmos.
Se nos regala la
oportunidad de alcanzar lo que queremos: Eternidad gozosa y feliz. Sin embargo,
aunque es gratis necesitamos esforzarnos. ¿Por qué?, porque nuestra naturaleza
está herida por el pecado y nos cuesta vencerla. Ese es el significado de
entrar por la puerta estrecha. Pero, tengamos confianza, porque no estamos
solos. El Espíritu de Dios nos acompaña y nos ayuda.
La experiencia nos
hará descubrir nuestra debilidad. Discernir nuestros errores, nuestras
tentaciones y seducciones nos fortalecerá y nos ayudará a tomar el buen camino.
Un Camino, Verdad y Vida que se fundamente en vivir en el Señor.
La desolación, de la que nos habla hoy en su audiencia el Papa Francisco, está presente en nuestras vidas. Tarde o temprano llegará y hará zozobrar nuestra barca. Son momentos, como nos dice el Papa Francisco, de turbación, de tristeza y de tentaciones. Experimentamos la seducción y nos sentimos atraídos y confundidos. Somos débiles y discernir que solo injertado en Xto. Jesús podremos sostenernos a flote será lo bueno, importante y decisivo. Así venceremos a la desolación.
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