Las
apariencias lastran mi vida y la esconden en el pecado y la muerte. Porque, un
cristianismo de apariencias es un cristianismo apoyado en una fe muerta. Y yo,
Señor, quiero salir de esa cárcel de apariencias y limpiar mi vida mostrándola
tal y como soy.
Nacido
en pecado, límpiame, Señor y haz de mí un ser útil y capaz de amar como Tú me
amas. Modélame, por y con tu Infinito Amor Misericordioso, mientras camino por
este mundo y haz del barro de mi vida la perla que brille según y como tu Amor
Misericordioso.
Se hace difícil y bastante duro salir de este mundo de apariencias y mentiras. Toda realidad está escondida sobre apariencias y, a la hora de salir del agujero saltan las sorpresas y engaños. Es en la familia donde se da con más frecuencia este pecado. La vida conyugal puesta a la luz se ve sorprendida por las apariencias que muestran las diferencias y los engaños. Y aparece la ruptura.
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