Los años pasan muy
deprisa. Lo digo porque tengo edad para ello. Y he visto como mi vida se ha ido
consumiendo en tiempo y años. Al mismo tiempo he visto como muchos de mis
contemporáneos ya han consumido sus días. ¿Qué esperamos? ¿Buscamos la
felicidad?
Estoy inclinado a
hacer mis proyectos siempre de acuerdo con mis intereses. Y eso porque creo que
es lo que me conviene. Sin embargo, los proyectos de Dios son otros muy diferentes
a los míos. Y, realmente son los correctos, los que me convienen.
Es evidente que la
felicidad no la hemos encontrado. Al menos yo. Tampoco mis contemporáneos, al
menos mis amigos y conocidos que ya han dejado este mundo. Por tanto, puedo
afirmar que no está en este mundo. Y lo digo porque yo la he buscado. Por el
contrario, ¡está!, pero en otro mundo. En ese mundo del que nos habla Jesús de
Nazaret. Escúchale y conócele y verás.
No busquemos confrontación donde no la hay. El hombre y la mujer han sido creados para complementarse y a eso están llamados. Si hay complemento es porque también hay diferencias, pero diferencias que unen, que hacen un uno con unos mismos derechos. Pensar lo contrario es enfrentarlos.
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