miércoles, 30 de noviembre de 2022

PENSAMIENTOS EN EL CALOR DE LA NOCHE

Es evidente que Dios me llama también a mí. Y, también es evidente que mi misión será distinta a la de los apóstoles. Cada cual tendrá, en proporción a los talentos recibidos, una tarea que hacer. Descubrirla y realizarla es nuestra tarea. Para eso ha venido el Espíritu Santo.

Adviento significa espera. Pero, hay muchas formas de esperar. Porque, dependiendo de lo que esperas así será tu forma de esperar. Preguntarte, ¿qué esperas? es la mejor forma de descubrir qué espera o a quién espera. Y, sobre todo, qué esperas de ese a quien esperas.

Supongo que desearás la Vida Eterna en plenitud. Y es eso realmente lo que el que viene, el Niño Dios, viene a ofrecerte.

No es cuestión de compararse ni de aspirar a grandes cosas. Quizás tu misión será cuidar o servir a quien tienes más cerca; quizás será dar catequesis; quizás será ser luz en tu familia o lo que el Espíritu Santo te sople. Pero, para ello déjate llevar por Él.

La conciencia nos aprueba o remuerde lo que hacemos o vamos a hacer. Discernir es buscar desde su origen la bondad, el medio y el fin, como nos dice el Papa según san Ignacio de Loyola, del acto que vamos a hacer.

Es fundamental y muy necesario discernir los pasos que damos en la vida. Sabemos que dar un paso en falso traerá consecuencias nefastas y catastróficas para el desarrollo de nuestra vida. Por tanto, tratemos de pararnos, pensar y discernir donde está el bien, la forma y el fin de nuestros actos de cada día.

 No vale todo aunque en principio sea bueno si por el camino - medio - perjudicamos a otros. Es evidente que beneficiar a unos para perjudicar a otro no es un buen discernimiento. La experiencia y la sabiduría de entender que lo bueno prevalece y debe ser bien para todos nos ayudará a discernir según la Voluntad de nuestro Padre Dios.

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