María, Madre de
Dios nos trae la alegría en su vientre. Es la Virgen que está en cinta y dará a
luz a un niño. Un Niño Dios que viene a librarnos de la esclavitud del pecado.
Y María corre llena de alegría par compartirlo con su prima Isabel, madre de
Juan el bautista.
María, nuestra
Madre es referencia para todos nosotros, sus hijos. Nuestro objetivo es responder
como ella con un sí que se transparente en nuestra vida no solo de palabra sino
también en nuestra vida. Para ello, Madre, pedimos que intercedas como en Caná
y pidas por nosotros.
Una alegría nacida y fundamentada desde la pobreza. Una alegría alejada del poder, de la riqueza y el confort. Una alegría que nace del amor y la misericordia. Una alegría que se manifiesta en la paz, la verdad, la justicia y el amor. Una alegría que nace del Amor Misericordioso de un Dios que se hace Niño y habita entre nosotros.
No podemos decidir por nuestra cuenta pues nos equivocaríamos seguro. Necesitamos el auxilio de, la Palabra de Dios que nos orienta y señala el camino, la íntima relación con Jesús que no enseña a amar y la acción del Espíritu Santo que nos asiste para tomar la correcta y buena decisión que nos conviene según la Voluntad de Dios.
Discernir es la tarea por realizar, nos dice el Papa Francisco en la audiencia de hoy. Una tarea que necesita de auxilio porque solos nos sería difícil y sujeta a error. Nuestra referencia para orientarnos y confrontar nuestra vida es la Palabra de Dios. En ella encontramos luz para el camino y para la toma de decisiones.
Pero, sobre todo, como nos dice el Papa, nuestra íntima relación con Dios nos irá modelando nuestro corazón a su imagen y semejanza. Y nuestra apertura a la acción del Espíritu Santo. Él nos guiará por el buen camino y nos asistirá en la toma de decisiones.
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