¿No te das cuenta
de que Jesús te pregunta si crees que te puede dar lo que le pides? ¿No
entiendes que te está pidiendo tu confianza, tu fe en Él? Así quiere que lo
pidas, y ten la seguridad que todo lo que así sea pedido, si conviene, será
concedido.
Enséñame, Señor, a
descubrirte en cada instante de mi vida. A saborear tu presencia y a llenarme
de ella. A darme cuenta de que contigo no puedo quedarme nunca solo. Tú
presencia me llena de gozo y alegría y experimento que contigo hablo y me
siento escuchado.
Puedes cuidar bien
tu cuerpo, pero eso no es lo más importante. Es evidente que hay que cuidarlo,
pero sin descuidar lo verdaderamente importante, ¡tu alma! Porque será ella la
que permanecerá toda la vida unida a tu perfecto cuerpo recibido en el otro
mundo.
—¿Crees en Dios?
preguntó Manuel.
—Tengo mis dudas,
—respondió Pedro. Si creo que hay un más allá, pero no me planteo otro camino.
—Sin embargo,
creas lo que creas tú y otros, Jesús de Nazaret es una realidad y también una
respuesta. Su Palabra cuando la escuchas desde tu corazón llega y te cambia.
Solo cuando hablas desde el corazón buscando la verdad y la justicia encontrarás eco en el que te escucha y llegarás a transmitirle esa chispa de verdadero amor que da la verdad y la justicia. Porque, solo en verdad y justicia se puede amar.
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