Al asumir
naturaleza humana, Jesús aceptó y tomó todas las condiciones de esa naturaleza
igual a la nuestra. Pasó por todo como nosotros menos en y por el pecado. No hay
mayor prueba de su Amor, siendo el Rey del Universo, que, igualándose, padecer
por nosotros.
Gracias, Señor,
por tu presencia y por darme la oportunidad de estar yo también presente en
este año que hoy termina. Gracias por todo lo recibido y por la fortaleza y
paciencia para soportar el dolor y sufrimiento. Y, por supuesto, perdón por
todos mis fallos.
Es evidente que para sostenernos firmes y superar todas las seducciones y tentaciones que el mundo, demonio y carne nos presentan se hace necesario estar en íntima relación con nuestro Padre Dios. Jesús, desde su nacimiento nos muestra y enseña esa íntima relación con su Padre.
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