Siempre hay otra
orilla en tu vida. Quedarte en la misma refleja que te has cerrado en ti mismo.
Tienes que dejar navegar tu barca y salir a los mares de la vida para escuchar
la Palabra y, experimentada, anunciarla en otras orillas de tu vida.
Soy consciente de
que en algunos momentos mi debilidad está a punto de echar todo a perder. Me
seducen ciertas cosas que son basuras frente a tu Gloria y a estar cerca de Ti.
Pero, soy débil y fácil de engañar. Dame, Señor, la fortaleza de saber
discernir bien.
No es cuestión de desesperar ni de angustiarte buscando. Las otras orillas llegan y se te plantan delante de tu propia cara. ¿Cuántas invitaciones has tenido a colaborar, a evangelizar, a vivir retiros, cursillos…etc.? ¿Y has respondido? Quizás ahí estén algunas respuestas.
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