Son momentos de
pruebas, de decisiones y de asumir tus propios desiertos. La vida nos pone las
pruebas que nos ayudaran a encontrar el camino que nos lleva a la salvación.
Ahora, no trates de enfrentarte solo, ábrete a la acción del Espíritu Santo.
Estoy en camino y
mi corazón no está transformado en un corazón generoso y misericordioso. Te
pido, Señor, que en esta Cuaresma mi corazón avance en generosidad y
misericordia y, siendo humilde, sea cada día un poquito más abierto a compartir
con los necesitados.
Hay momentos que nos preguntamos, ¿por qué me pasa esto a mí? Y no se nos ocurre que ese desierto presentado en mi vida puede ser el camino para tomar el verdadero rumbo de mi propia vida y salvación. Sí, es cierto y evidente que no será fácil, pero ¿has pensado que la felicidad eterna puede conseguirse fácilmente?
Todo lo que haga que sea a través y por la acción del Espíritu Santo. Porque, lo que venga de mí está sujeto al error, más lo que sea dirigido por el Espíritu será lo bueno y correcto. Pidamos que así sea.
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