¿Qué pensamos de la Persona de Jesús? ¿La conocemos lo suficiente para tener una opinión bien formada de Él? ¿Conocemos su Palabra y la escuchamos con atención, humildad y esmero? ¿Creemos en Él? Esa es lo fundamental y la cuestión.
Quiero, Señor,
llenarme de esa Agua Viva que salta a la vida eterna. Y para ello quiero estar
a tu lado, sentirte dentro de mí y dejarme invadir por tu amor misericordioso.
Haz, Señor, que mi vida sea un manantial de agua viva de la que Tú me ofreces.
Amén.
Nadie puede
responder por ti. Tu respuesta está dentro de ti, porque, dentro de ti está la
llave para abrir tu corazón a la escucha atenta de su Palabra. Y si la escuchas
llegarás a conocerla y si la conoces experimentarás que te hace libre, mejor
persona y te llena de paz y gozo. Luego, la acogerás con entusiasmo y amor.
Creo que una muy buena oración sería pedir, no
porque las cosas sean como yo quiero, sino como Tú, Señor, quieres que sean.
Porque, todo lo que viene de Dios será, sin lugar a duda, lo mejor y que más
nos conviene.
Por tanto, aceptar que todo lo que se nos vaya presentando en nuestra vida de forma inexorable, sea de alegría o nos exija dolor y sufrimiento, debemos confiar que puede ser parte de nuestra cruz y de que detrás se esconde el gozo y la felicidad porque estamos con el Señor. Amén.
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