Está claro, seguir
a Jesús pasa por revestiste del traje misericordioso con el que Él te ha
salvado. Jesús te ha enseñado el Padrenuestro con el que, cada día, pides al
Padre que te perdone de la misma manera que tú perdonas. Luego, la misericordia
es imprescindible.
Señor, que sepa en
cada momento de mi vida darme cuenta de que Tú eres mi Padre, me amas y quieres
mi felicidad eterna a tu lado. Dame la paz, sabiduría y fortaleza de saber que
soy tu hijo y que me amas misericordiosamente.
No busque otras alternativas ni te interrogues acerca de lo que es justo o no. No hay término medio. Perdonas o castigas. Recuerda que si tienes la oportunidad de ser feliz para la eternidad es porque Dios es Infinitamente Misericordioso contigo. Y lo es en la medida que tú también lo eres con tus hermanos. De guardarte tu misericordia en tu corazón perderás la dicha de ser bienaventurado en la Casa de tu Padre Dios.
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