No es cuestión de decir sino de hacer en coincidencia con lo que se dice. Esa es la autoridad que sorprendió a los contemporáneos de Jesús, su correspondencia entre palabra y vida. Algo que no se veía en los escribas y fariseos de aquellos tiempos.
Solo Tú, Espíritu Santo, puedes guiarme al encuentro con el Señor. Un encuentro profundo, comprometido y responsable que le escuche y responda a su llamada. ¡Ven Espíritu de Dios!
Hoy la autoridad está en entredicho. Se habla una cosa y se hace otra. La verdad está cuestionada y nos perdemos en mentiras y falsedades apoyadas en apariencias de verdad. Lo advertimos claramente en el mundo del poder, de la política y la justicia.
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