Es evidente que
servir y amar con misericordia no va a ser fácil ni cómodo. Eso traerá
renuncias, dolor, sacrificio y hasta muerte. Pero es el camino que eligió Jesús
y culminó en la cruz. Si queremos seguirle ya sabemos el Camino, la Verdad y la
Vida.
Señor, descubro
que este mundo no satisface mis deseos y hambre de felicidad. Desde joven lo he
empezado a experimentar. Gracias porque creo que es una Gracia tuya y te pido
que sigas fortaleciéndome para que no cese de buscarte. Porque, Tú, Señor, eres
la Fuente de gozo y felicidad eterna. Amén.
Un camino
incómodo, desagradable y aparentemente sufrido y duro. Es evidente que no nos
gusta, duele. Sin embargo, Jesús lo recorrió y nos dejó la estela de su Vida y
de su triunfo tras la muerte en la cruz. Y esa debe ser nuestra esperanza y
nuestra fuerza, el triunfo al final, porque resucitaremos como Él por su Gracia
y Misericordia Infinita.
No es natural que
recibida una buena noticia te quedes callado. Lo natural e inmediato es
compartirla, anunciarla, querer que todos la conozcan. Y más cuando es la Buena
Noticia que responde a lo que buscamos y todos deseamos: felicidad y vida
eterna.
No te puedes
callar una buena noticia. Si eso es así y lo experimentas cuando te sucede algo
bueno, ¿cómo vas a callar y permanecer pasivo cuando recibes el anuncio de la
Buena Noticia que nos anuncia y nos regala Jesús, nuestro Señor?
Es evidente que el cristiano no puede permanecer pasivo como nos dice el Papa Francisco. Nuestra alegría y gozo se desparrama anunciándole a los demás que Cristo Vive y nos da Vida Eterna.
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