No es complicado
entender lo que debemos hacer. Se trata de ponernos y abrir nuestro corazón a
la Palabra del Señor y al Espíritu Santo. Se trata de creer como un niño cree
en su padre. Ahora, la tarea es dura y difícil, pero no estamos solos. El
Espíritu nos acompaña.
La vida ofrece
oportunidades para ser feliz. Luego experimentamos que solo unos pocos tienen
esa oportunidad y que la felicidad prometida es falsa. No hay nada detrás de lo
que este mundo nos promete. Solo Tú, Señor, eres fuente de gozo y felicidad.
En la hora de
nuestro bautismo, el Espíritu Santo ha venido a nosotros. Como sucedió con
Jesús en su bautizo en el Jordán. Ese mismo Espíritu Santo nos acompaña en nuestra
lucha y con Él nuestra victoria está garantizada. Ahora, eso no nos exime de
esfuerzos, luchas, dolores, sufrimientos y sacrificios. Pero, al final
encontraremos gozo y felicidad eterna.
Me has dicho, Señor, que eres Camino, Verdad y Vida. Seguirte es la garantía de vencer al mundo, demonio y carne. Dame fortaleza, sabiduría y paz para no perderte y, a pesar de los obstáculos y debilidades, mantener el ritmo de tus pasos y seguirte con firmeza.
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