Gracias, María,
Madre de Dios, porque con tu SÍ has abierto tu corazón y prestado tu
vientre para que Jesús, el Hijo de Dios, haga morada en tu seno y habite entre
nosotros. Amén.
He decidido,
Señor, seguirte, pero el camino se me hace muy pesado, duro y cansino. Dame un
corazón fuerte capaz de superar todas esas dificultades y hacer tu Voluntad.
Sabes, Señor, que eso es lo que quiero. En Ti confío. Amén.
Considero la dificultad ante el asombro y el interrogante del ser la elegida la respuesta de María. Una respuesta arriesgada y sin saber sus consecuencias. Una respuesta apoyada en la confianza y la fe en el Señor. Un sí decidido y confiado en la esperanza que todo lo que viene de nuestro Padre Dios es bueno para el hombre.
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