No hay más hermosa
espera que la de sabernos resucitados en el Señor. Porque Él ha Resucitado y en
Él también, los que en Él creen, resucitaremos. La muerte ya no nos asusta. Al
contrario, la esperamos como el día más glorioso de nuestra vida. Vamos al
encuentro del Señor y la Felicidad Eterna. Amén.
Bienaventurados
son aquellos que ponen su felicidad en el Señor, lo buscan y organizan su vida
en permanecer siempre con y en búsqueda del único Camino, Verdad y Vida. Solo
en el Señor está la felicidad que nos llena plenamente. Amén.
No es cuestión de pensárselo. Es cuestión de fe. Crees o no crees. Pero esa libertad de creer o no creer es tu responsabilidad. Tuya sola sin que puedas responsabilizar a otros. Tendrás tú que responder cuando llegue su momento y nadie, incluso los que te puedan haber seducido y engañados, darán la cara por ti. Levanta tu mirada, piensa y reflexiona y mira que te conviene: vivir para la muerte o para la Vida Eterna.
Un día triste pero
siempre con esperanza. El Señor no puede acabar así, nos lo ha dicho y lo
esperamos. Tu Amor es Infinito e inmortal y tú que has dado la vida a todos, la
muerte no puede vencerte. ¡Esperamos tu Resurrección.
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