En el Bautizo
tenemos la gran oportunidad de recibir al Espíritu Santo. Solo con Él y en su
presencia, permanente en nuestra vida y camino, podemos fortalecernos y
alcanzar, por la fe, la salvación. Sin el Espíritu Santo nos será imposible.
Por lo tanto, el Bautismo es vital.
Señor, hoy quiero,
deseo y vengo a pedirte que mi vida transcurra siempre en el esfuerzo de estar
en tu presencia. Una presencia en la que experimente tu amor y misericordia en
relación con todo lo que me rodea. Y de manera especial con mis hermanos. Amén.
No podemos anunciar a quien no conocemos. Para conocer a Jesús necesitamos escucharle, poner atención a lo que nos dice en y con su Palabra y establecer contacto – oración – permanente con Él. La Eucaristía frecuente y la reconciliación del perdón nos ayudarán a sostenernos firmes en la fe y en su seguimiento. Y, lógicamente, en proclamarlo desde nuestra atalaya con nuestra vida y obras. Amén.
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