Es evidente que
experimentas miedo y deseos de mirar para otro lado. Te asustas y te sientes
débil para desprenderte de lo que tienes. Al menos de darte plenamente, tal y como
se dio Jesús, el Señor. Pero, ten confianza y paciencia. Es el Señor quien nos
lo dice.
No quiero quedarme
quieto, pasivo, de brazos cruzados esperando tu Infinita Misericordia. Sé,
Señor, que me quieres inmensamente, ¡y tanto que has dado tu Vida por mí!
Quiero corresponderte, Señor, y aunque soy poca cosa, deseo poner mi vida en
tus manos. Amén.
La Palabra del Señor no falla ni está dicha en vano. Se cumplirá si tú y yo creemos y nos abrimos a ella. El Señor lo puede todo, pero necesita contar con nuestra fe. Y en eso consistirá nuestro esfuerzo, dejar que el Espíritu Santo actúe en nosotros. ¿O es que no has notado que has ido cambiando poco a poco a mejor?
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Tu pensamiento es una búsqueda más, y puede ayudarnos a encontrarnos y a encontrar nuestro verdadero camino.