Seguir a Jesús no
es cosa fácil. El mismo nos lo advierte pero nos da esperanza. Él ha vencido
las dificultades y pruebas que el mundo le ha puesto y, en Él, podemos hacerlo
también nosotros. Jesús no se ha ido, se ha transformado pero sigue entre y con
nosotros.
A pesar de la
oscuridad que encuentro en mi camino, Señor, confío en la Luz que tu presencia
me da y en la fortaleza que tu Espíritu me infunde. Experimento que apoyado en
ellas puedo superar y vencer todos los obstáculos que la oscuridad pone en mi
camino. Amén.
Sabemos que no lo vemos como les sucedió a los apóstoles por unos días después de su Resurrección. Pero, precisamente, por el testimonio de los apóstoles, sabemos que Jesús está Vivo y entre nosotros. Es decir, no se ha ido y camina con nosotros. Por tanto, nada de miedo sino fe y confianza. Él es nuestra paz, nuestra alegría y salvación. Nada que temer aunque la oscuridad nos envuelva.
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