Tengamos muy en
cuenta que no vamos solos. La tarea es dura y difícil pero en el Espíritu Santo
podemos soportarla y superarla. Testigos todos los que nos han precedido y han alcanzado
la santidad y los que, junto con nosotros, están en camino.
Señor, Tú sabes
todo lo que me ocurre y lo que hay dentro de mi corazón. Dame la fortaleza, la
paz y sabiduría para aprender de Ti y, lleno de paciencia y misericordia, vivir
según tu Voluntad. Amén.
Si nos olvidamos del Espíritu Santo nos quedamos solos e indefensos ante el Maligno cuyas fuerzas son superiores a las nuestras. Por tanto, quedamos a merced de su voluntad maligna. La importancia de nuestro bautizo es primordial. En él nos abrimos a la venida del Paráclito, el Defensor con el que venceremos las seducciones y tentaciones del mundo, demonio y carne.
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