No son nuestras
oraciones lo que definen y concretan nuestra íntima relación con nuestro Padre
Dios sino nuestra motivación interior. De modo que lo importante es la disponibilidad
de nuestro corazón y no los medios, prácticas y ejercicios que hagamos.
Te pido, Señor,
que llenes mi corazón de tu presencia y avives mi fe para sentirte cada
instante de mi vida, escucharte y abrazarte en tu Palabra y dejarme invadir por
tu Infinita Misericordia.
Es posible que seamos unos buenos cristianos delante de los demás que ven nuestras oraciones, prácticas, devociones y ejercicios. Pero, Dios nuestro Padre sabe y conoce plena y profundamente la intención de nuestro corazón. Y es esa intención la que define nuestra verdadera relación con nuestro Padre Dios. De modo que las apariencias no sirven para nada si nuestras prácticas, devociones y ejercicios son solo apariencias y no medios para relacionarnos con nuestro Padre.
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