Solamente se puede
amar de una manera: dándose enteramente, libre y sin condiciones tal y como nos
ama Dios. Así estamos llamados a amar porque amar de otra forma, como lo hace
el hombre, no es amar. Es precisamente amarse a sí mismo olvidándose del otro.
Abrázame, Señor,
Tú eres mi refugio y mi esperanza. Solo en Ti, Señor, puedo vivir en el amor y
amar como Tú quieres que ame. Necesito, Señor, que cada día me llenes con tu
Amor Misericordioso para que yo también pueda amar con generosa misericordia.
Amén.
Es evidente que
amar esperando ser recompensado descubre una clase de amor que no se da gratis.
Un amor que busca un interés compensatorio. Un amor al estilo de los gentiles y no
de cristianos cuyo amor tiene su referencia y modelo en la manera de amar al estilo
de Xto. Jesús.
No se trata de aplicar la justicia y el amor según nuestra medida de justicia y amor. Se trata de amar más allá de la misericordia de nuestro corazón humano sometido al pecado. Se trata de amar según el Espíritu de un Dios Infinito y Misericordioso.
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