Siempre me ha
impresionado que mucha gente, sobre todo en los momentos difíciles de la vida,
no se planteen la cuestión de la fe en Dios. Un Dios hecho Hombre que nos ha revelado
su Amor Misericordioso. Quizás este Evangelio viene a responder a mi
planteamiento y asombro.
Danos, Señor, la
paciencia, fortaleza y sabiduría de permanecer siempre en el esfuerzo de vivir
en tu Palabra cumpliendo tu Voluntad: Amar desde el entorno de nuestras
familias, hijos y nietos y reflejar tu presencia entre nosotros. Amén.
Sí, se hace difícil ver como muchas personas que uno conoce, buenas personas, cierran sus corazones a la Palabra de Dios. Quizás no quieren reconocer que la solución del mundo es el amor. Un amor incondicional, misericordioso y gratuito. Sobre todo a los más pobres e indefensos. Claro, eso choca con muchas otras cosas que les impide abrirse a esa Palabra de Dios. Pero, reconozco que me cuesta entenderlo, ¿vendemos nuestra vida por un potaje de lentejas?
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