La verdad, sobre
todo cuando no nos favorece, nos cuesta mucho aceptarla y asumirla. Y Jesús,
nuestro Señor, que es el Camino, la Verdad y la Vida cuesta mucho aceptarlo.
Aquel pueblo, enterado de su misericordia y caridad con el endemoniado, le
invitó a dejar el pueblo.
Ven Espíritu
Santo, toma mi vida, ordénala para que mi corazón este centrado en mi Padre
Dios y Él sea mi primera prioridad en todo. Porque, siendo así tendré la luz y
la fortaleza para ordenar también todos las otras relaciones y compromisos de
mi vida.
Al comprobar las consecuencias de su relación y caridad con el endemoniado y las pérdidas de su rebaño de cerdos, le indicaron que no le aceptaban y que deseaban que se marchara. Hoy sucede lo mismo. Jesús nos complica la vida y le invitamos a que no nos moleste y que haga mutis de nuestra vida. Poco han cambiado nuestra actitud y pensamiento. Por el contrario, mucho ha avanzado la técnica y la ciencia.
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