No es cuestión ni
se trata de poner nuestra mirada en el precepto o la norma. Tampoco en el
cumplimiento, porque, sin dejar que eso sea notorio y deba cumplirse, lo verdaderamente
importante es descubrir la necesidad y la debilidad del pecador.
Desde la hora de
mi bautismo, Tú, Espíritu Santo, has bajado a mí. Igual que lo hiciste con
Jesús en el Jordán, también lo hiciste conmigo en mi bautizo. Dame fortaleza,
sabiduría y paz para que mi vida responda a mi compromiso de bautismo. Amén.
El punto del amor misericordioso está en ver la necesidad antes que la falta o el pecado. Así nos mira nuestro Señor y nos lo anuncia como propuesta de su Padre Dios. Sabe de nuestra debilidad y pecado y, gracias a su Infinita Misericordia, podemos ser perdonados y reconocidos como verdaderos hijos dignos de su Amor. De la misma manera tendremos nosotros que ser también misericordiosos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Tu pensamiento es una búsqueda más, y puede ayudarnos a encontrarnos y a encontrar nuestro verdadero camino.