Quizás nuestros
compromisos y obligaciones fiscales nos distraen y nos hacen olvidar lo
verdaderamente importante. Y, fundamentalmente, la raíz de nuestra fe y compromisos,
la Resurrección de Jesús, centro de nuestra vida, es la que debe alumbra todos
nuestros problemas.
Mi vida se
fortalece y toma verdadero sentido cuando experimenta que Tú, mi Señor, estás
presente en ella, la fortaleces y la llenas de gozo y alegría. Porque, a pesar
de las dificultades tu presencia da esperanza, gozo, bien, verdad, bondad y
belleza para seguir por el camino.
Posiblemente nos ocurre que esos y otros problemas de índole social y político nos distraen y hasta nos apartan de lo verdaderamente importante. Jesús nos lo dice claramente: «El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres; le matarán, y al tercer día resucitará». Es precisamente eso lo que da sentido y cumplimiento a todo lo demás.
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