María, mi mirada
hacia ti la hago desde la admiración de tu disponibilidad, humildad, servicio y
sencillez. Madre de Dios, ¿hay algún título más grande?, y sin embargo sales de
tu casa presta a servir a tu prima Isabel. Intercede, Madre, para que seamos
servidores por amor.
Espíritu Santo,
lléname de tu sabiduría y fortaleza para superar esos momentos de debilidad, de
confusión, de duda y tentaciones que amenazan mi vida y la seducen con la
intención de separarme de Ti y de alejarme de tu presencia. Amén.
No es cuestión de joyas, ni de coronas u otras alhajas. Todas esas cosas son corruptibles y tienen fecha de caducidad. María es Reina y Madre del Resucitado y, por tanto, Madre de Vida Eterna. Madre subida al Cielo por los méritos de su Hijo en la que puso toda su fe y obediencia. María, Madre en la que nos miramos para, como ella, vivir y seguir fiel a su Hijo. Amén.
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