martes, 22 de agosto de 2023

PENSAMIENTOS EN EL CALOR DE LA NOCHE

La cuestión no es ser o no ser de los últimos o primeros. No es cuestión de llegar o estar sino de amar. Amar con humildad porque amar de otra manera deja de ser verdadero amor. Solo con humildad y disponibilidad podemos amar sin mentiras ni tapujos. Simplemente, con gratuidad y sin condiciones.

Ese es mi objetivo, mi prioridad, mi deseo primero, hacer que mi pobre corazón se parezca y lata como el Tuyo. Porque sé, mi Señor, que de esa manera encontraré la paz, el gozo y la felicidad eterna. Esa son mis intenciones, Señor.

La sorpresa puede sorprendernos cuando basamos y apoyamos nuestra identidad cristiana en el cumplimiento de preceptos y normas. El seguimiento a Jesús no está basado en unas reglas o mandamientos, sino en el corazón. En él se esconde nuestras intenciones de amar como nos ama Jesús. Es decir, con misericordia. Dependerá, pues de que nuestra relación con los demás esté apoyada en esa misericordia que también nosotros recibimos de nuestro Padre Dios. Así todo se cumplirá.

Una palabra, un libro, un consejo, un buen testimonio y muchas cosas más ayudan, pero lo único y verdaderamente importante y salvador es la Palabra de Dios. La lectura del Evangelio de cada día, reflexiva, atenta y en actitud de hacerla vida en mi vida apoyado en la acción del Espíritu Santo, es la que nos transforma y fortalece para, por la Gracia de Dios, seguirle y vivir en Él.

Una lectura, apoyada en la Eucaristía y reconciliación por su Infinita Misericordia, y confiada por la fe en su Amor Misericordioso, nos hace, aunque no lo percibamos, mejor persona cada día. Dios, nuestro Padre, conoce nuestras buenas intenciones, nuestros esfuerzos y hará que den frutos. Tengamos confianza en su Palabra.

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