Pido al Señor
larga vida. ¿Como no la voy a desear? Sin embargo, todas mis ansias y
preocupaciones es estar preparado cuando llegue, porque sé que llegará, el
momento de dejar este mundo para entrar en el otro. Esa es mi gran esperanza y
alegría.
En Ti, Espíritu
Santo, pongo todas mis esperanzas y mi total confianza. Dame la entereza de
soportar y resistir todas las tentaciones con las que el príncipe de este mundo
trata de seducirnos y de sostenerme firme en la Voluntad de mi Padre Dios.
Amén.
Y ahí se esconden todos mis anhelos y deseos, confiar en la Infinita Misericordia de mi Padre Dios. Mi fortaleza e impulsos que ahora recibo vienen de ese deseo interior de tener mi vela encendida y mi alcuza llena de aceite para que cuando llegue mi Señor estar debidamente preparado. Y eso le pido fervorosamente, que, por la acción del Espíritu Santo, mi humilde y pobre corazón esté inundado de su Amor. Amén.
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