Hay momentos que
nos fallan las fuerzas, pero también hay momentos que somos capaces de
superarnos, levantarnos y emprender el camino de servicio y del compartir. El
dolor necesita ser asumido, encajado y, recuperado, volver al camino del amor.
Es el momento que
a lo largo de nuestro camino no debemos olvidar nunca. Nos recuerda nuestro
destino, nuestro objetivo, nuestra meta: la Gloria eterna junto a Padre, el
Hijo y el Espíritu Santo: la Santísima Trinidad. Dios, Uno y Trino.
La muerte de un ser querido o de un amigo puede dejarnos tocado, desfallecido y sin ganas de seguir. Son momentos de oscuridad y desfallecimiento, sin embargo necesitamos levantarnos, reponernos y seguir el camino. En esos momento un poco de soledad y oración puede fortalecernos y darnos ese impulso que necesitamos para seguir en la lucha.
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