En y por la
oración permanecemos en el Señor. En Él encontramos fortaleza, voluntad y
deseos de hacer el bien por amor. Y la defensa en la oscuridad que nos ciega y
nos amenaza con el mal. Por tanto, la oración es nuestra llave para sostenernos
firmes y perseverantes.
Solo encontraré el
gozo y la felicidad eterna cuando sea capaz de dar y darme plenamente por amor.
Y eso se hará realidad cuando realmente tenga un encuentro pleno y gozoso con y
el el Señor Jesús.
El gran error es creerse dueño de tu propia voluntad y no considerar que somos débiles y frágiles frente a las seducciones con las que nos tienta el demonio, más fuerte que nosotros. Solos con nuestras fuerzas somos víctimas del poder del demonio. Pero con Cristo y unido a Él en la oración nos hacemos fuerte e invencibles contra el poder del demonio.
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