Si eres sincero no
tendrás argumentos para prohibir que a ese hombre cuya mano derecha tiene
paralizada le curen para que pueda realizar sus acciones cotidianas de cada
día. ¿Para y por qué esperar al lunes y dejar que ese hombre siga impedido? ¿No
te parece?
No por nuestra
cuenta sino, abiertos al Espíritu Santo, debemos estar disponibles a corregir
con caridad tratando de imitar a nuestro Señor que nos corrige con delicadeza,
paciencia y misericordia. Danos capacidad, Señor, para poder hacerlo.
Sin darnos cuenta o cegados por el poder y soberbia nos empeñamos en darle más importancia a la ley y cumplimiento que al dolor y sufrimiento de la persona. ¿No está la ley para salvaguardar el bien, derecho y convivencia entre las personas? Luego, ¿por qué entonces no tratamos de cumplirla buscando siempre lo mejor y el bien de las personas?
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