sábado, 16 de septiembre de 2023

PENSAMIENTOS EN EL CALOR DE LA NOCHE

Es evidente que seguir a Jesús comporta unas exigencias que a veces nos resultan adversas y contrarias a nuestra forma de actuar o de ver. Incluso, admitiendo que así debe ser, experimentamos miedo, descompromiso, pereza y deseos de no complicarnos la vida.

¡Madre, te sentimos cerca de nosotros y experimentamos tu agasajo, tu misericordia y tu aliento! Nos fortalecemos al compartir tu dolor y al experimentar que solo la cruz es el camino para alcanzar la salvación. Y tú, Madre, nos lo enseñas.

Si nos resulta más cómodo y hasta cierto punto no tan difícil decir «Señor, Señor», sucede que no quedarnos en la palabra, sino sumergirnos en los hechos y llevarlos a la vida se nos atraganta y se nos hace, diría imposible, vivirlos. Porque, todo lo que no pase de las palabras queda inútil y desarraigado de la realidad. Es decir, mentimos cuando decimos «Señor, Señor» y nuestra vida no pasa de esas palabras.

Dios entra con facilidad en aquello corazones que se abren a su Palabra y se dejan seducir por la Verdad. Porque, la felicidad emerge cuando nuestro corazón reboza de verdad y de amor. Un amor misericordioso y compasivo que se identifica con Cristo. Él es precisamente ese Camino que buscamos, esa Verdad que anhelamos y queremos encontrar y esa Vida que amamos y queremos eternizar en plenitud de gozo y felicidad.

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