Tampoco nosotros
podremos evitar nuestras cruces y nuestra muerte. Quizás nuestra vida sea una
preparación para morir abrazando nuestra cruz. María, Madre de Dios y Madre nuestra
desde su propia experiencia puede ayudarnos a vivirlo y soportarlo.
Dame, Espíritu
Santo, la sabiduría y la voluntad de saber lo que debo hacer y hacerlo. No
dejes que me duerma y me instale en mi pereza y comodidad. Haz que, con tu
ayuda, pueda responder a la Voluntad de Dios Padre.
Es inevitable cargar con nuestra cruz. Tarde o temprano la vida nos la hará presente y de saber cargarla y llevarla dependerá nuestra felicidad. Jesús, el Hijo de Dios, nos lo ha enseñado con su Vida y su Pasión. Él, sin pecado ni nada que lo justificara, cargó voluntariamente y por amor con la cruz de todos liberándonos, por su Infinita Misericordia, de la esclavitud del pecado. Desde ese momento la cruz se ha convertido para nosotros en signo de salvación. Por ella y en ella Jesús aceptó pagar voluntariamente y por amor por todos los hombres.
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