La lucha es a
diario. Jesús fue tentado a lo largo de su camino al Calvario. Incluso en la
Cruz fue invitado a bajar de ella y demostrar su poder y su Divinidad. Y nosotros
no podemos ser menos a nuestra medida y capacidades. También somos tentados.
Por grandes que
sean mis errores y mis pecados, la Misericordia de Dios es Infinitamente más
grande. Por ella y en ella encontramos la oportunidad, a pesar de nuestras
miserias, de ganar el perdón de todos nuestros pecados y la salvación eterna.
Mira a tu alrededor y ten mucho cuidado. Donde menos lo espera salta la tentación, la negligencia, el acomodamiento, la lujuria, el pecado…El diablo no descansa y está al acecho. Aprovecha cualquier momento de alegría, de euforia, de relajamiento o confusión. Y busca a los más comprometidos y fieles porque son a los que quiere ganar.
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