Ten por seguro que
tu corazón ha sido sembrado con la semilla del amor y la misericordia.
Dependerá de ti y de cada uno darle tierra bien regada y abonada para que la
raíz del amor se hunda en tu corazón y dé buenos frutos. Porque, también hay
malas hierbas.
Señor, no
encuentro en este mundo una referencia ni un modelo como Tú. Todo se hace
oscuridad y perdición cuando desvío mi mirada de Ti. Solo Tú, Señor, tienes, y
la das gratuitamente, la sabiduría, la paz y la fortaleza para darle sentido a
mi vida en este mundo.
Esa es la cuestión, mantener la tierra de tu corazón bien abonada. Un abono que se alimenta de la Palabra de Dios y que se fortalece con los sacramentos y la Eucaristía. Verdadero alimento espiritual que nos da la vitalidad y la Gracia para sostenernos firmes y fortalecidos ante las malas hierbas y los peligros del mundo, demonio y carne que tratan de dañar y destruir nuestros frutos de amor misericordioso.
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