Quizás pase
desapercibido y no nos demos cuenta de que cada instante de nuestra vida está
sometido a una lucha entre el bien y el mal. El demonio no cesa en tentarnos y
seducirnos para que hagamos el mal y omitamos el bien. Sabe cómo engañarnos.
Yo, Señor, quiero
buscarte y encontrarme contigo. Es mi deseo desde hace mucho tiempo, desde casi
los primeros años de mi juventud. Pero, creo Señor, que todavía no he logrado
encontrarte. y me pierdo en tu búsqueda. ¡Ayúdame, Señor, a encontrarte!
Recibimos ese don
de hacer el bien cuando estamos abiertos a la Palabra del Señor. Igual,
asediado por el demonio, no nos damos cuenta del bien que hacemos cuando,
abiertos a la acción del Espíritu Santo, obramos con amor misericordioso y
derramamos nuestras buenas obras e intenciones en servicio y entrega al bien de
los demás. Y es que en la medida que nos despojamos de todo lo que nos turba y
nos esclaviza, nuestro capacidad de amar y hacer el bien aumenta.
Estés donde estés
y en cualquier lugar, sea con gozo o dolor, siempre estarás en la presencia de
Dios. Y en la medida de que tus acciones sean de bondad, de fraternidad, de
verdadero amor desde la verdad y gratuidad empezando por tus más próximos -
familia, trabajo, amigos...etc., estarás haciendo la Voluntad de tu Padre Dios.
Y todo lo demás vendrá por añadidura.
No lo hagas al revés: Cumplimientos y desencarnado de tu lugar, de tus
ambientes y de tus más próximos porque de esa manera tus cumplimientos
(oraciones, misas, novenas... etc.) no tendrán sentido ni relación con tu Padre
Dios.
Cada momento de mi
vida es una bendición en la que tengo la oportunidad de manifestarle al Señor
mi amor por Él. Y lo hago en mi relación con los demás imitándole y amándoles
como Él me ama.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Tu pensamiento es una búsqueda más, y puede ayudarnos a encontrarnos y a encontrar nuestro verdadero camino.