Dios, tu Padre
Bueno, nunca te ha dejado solo. Sería una contradicción que un Padre Bueno te
abandonara. Dios está siempre a tu lado. Te lo ha revelado en el Hijo,
encarnado en Naturaleza Humana y en el Espíritu Santo, dentro de ti desde la
hora de tu bautismo.
Es la lucha de
cada día, mi lucha por estar contigo, pero no de forma normativa, rutinaria o preceptuada,
sino gozosa y alegre. Y me cuesta, experimento cansancio, pereza y fastidio. Y
sé que eso no es así. Haz, Señor, que sienta el verdadero gozo de estar
contigo.
Creer en Dios es creer en su Espíritu. Reconocemos nuestras debilidades, nuestras flaquezas a la hora de ser seducidos por el mundo, demonio y carne. Por tanto, ir de nuestra mano representa ponernos en disposición de esas seducciones que nos vencerán fácilmente. Es evidente y de sentido común tener Alguien más fuerte que esas tentaciones que nos asista, nos fortalezca y nos ayude a vencerla. ¡Ven Espíritu Santo, llena mi corazón y enciende en mí la fuerza de tu Amor! Amén.
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