Todo está bajo la
mirada y el amor misericordioso de nuestro Padre Dios. Por ese misterio de amor
misericordioso estamos salvados. Nunca lo comprenderemos pero esa es la
realidad en la que debemos creer y a la que tenemos que abrirnos. Dios, Padre
Bueno, nos salva.
Quisiera ser tan
bien intencionado y justo para que todos los que se acerquen a mí sienta tu
presencia, Señor, y lleguen a un encuentro serio y profundo contigo. Dame,
Señor, la paz, sabiduría y fortaleza para ser puente entre mis hermanos y Tú.
Es evidente que
cuando vamos por la vida de forma transparente, clara y sin nada que ocultar,
nuestro semblante refleja gozo y paz. Nada hay más gozoso que vivir en la
verdad sin nada que ocultar. Esa transparencia nos revela la presencia interior
de una paz que nos invade y nos contagia de amor misericordioso. Un amor que
abandonado en manos del Padre Bueno y Misericordioso nos llena de confianza y
seguridad.
Es relativamente
fácil creer en un Dios. Un Dios que me quiere y que, al parecer, está para
solucionarme todos mis errores, irresponsabilidades, caprichos y hasta pecados.
Un Dios que acomodo a mis intereses, ideales y objetivos. Un Dios así no
resulta difícil imaginarlo ni creer en Él.
Es evidente que
Dios, un verdadero Dios, haya pensado en decirnos como quiere que sean sus
hijos y de qué manera le gustaría que actuásemos mientras caminamos por este
mundo. Nos ha creado libres. Por eso ha enviado a su Hijo para decirnos que
Camino, que Verdad y que Vida hemos de vivir.
Ese Dios, realmente único y verdadero, resulta más difícil creer y seguir. Exige fe y confianza en su Palabra y es motivo de rechazo por aquellos que prefieren un Dios a su medida. Sin embargo, es el Dios donde se esconde la verdadera felicidad y el gozo de una paz eterna.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Tu pensamiento es una búsqueda más, y puede ayudarnos a encontrarnos y a encontrar nuestro verdadero camino.