Madre, que durante
mi camino, dudoso, débil, lleno de tribulaciones y peligros, tú seas mi
referencia para que yo también, imitándote, me apoye en tu Hijo, Camino, Verdad
y Vida y, en Él, me sostenga firme en la fe y fiel a sus mandatos.
Sabemos que existe el mal. Un mal que siembra el pecado y destruye la buena semilla sembrada en el corazón del hombre. Repetidas veces Jesús nos habla del demonio, de la cizaña que ahoga e impide la cosecha de buenos frutos. Nuestro camino exige vigilancia y oración para impedir ser destruido espiritualmente por el pecado. Recordemos la parábola de las doncellas necias, nuestra alcuza debe estar provista de suficiente aceite para que la llama de amor de nuestro corazón no se apague.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Tu pensamiento es una búsqueda más, y puede ayudarnos a encontrarnos y a encontrar nuestro verdadero camino.