Si tus
Eucaristías, oraciones y actos de piedad no sirven para que tu amor sea cada
día más comprometido y baje al terreno de lo concreto y se materialice en los
pobres y necesitados, estás en una situación de indiferencia y de apariencia.
Por no decir de mentira.
No podemos obviar
la llamada que vive dentro de nuestro corazón. Estamos llamados a trabajar en
la Viña del Señor. Una viña que habita dentro de nuestro corazón y que debe de
dar, bien cultivada, muchos frutos, desde y por amor y gratuitos.
La parábola que
Jesús, nuestro Señor, nos expone hoy en el Evangelio, nos deja claramente hasta
dónde llega el compromiso del amor. No hay barreras ni murallas, todos son
hijos de Dios y dignos de compasión y misericordia. Él murió en la Cruz por
amor, gratuito y sin condiciones para todos. Y también nos descubre nuestras
apariencias e intenciones cuando queremos disfrazar el amor con el vestido de
la mentira. El buen samaritano nos deja al descubierto,
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