No busques, no hay
otra respuesta. La Cruz es el signo por antonomasia que nos identifica y nos
libera del pecado dándonos la salvación eterna. En y por ella resucitaremos
también nosotros como Jesús, el Hijo de Dios, por los méritos de su Amor y su
Infinita Misericordia.
No estás aquí
porque sobras ni por capricho. Estás porque Dios así lo ha querido. Él te ha
creado por amor y, por amor también, te invita al Banquete de Vida Eterna. No
dejes de asistir pues en él está esa felicidad que buscas en vano y
erróneamente en este mundo.
No hay más caminos ni más respuestas. Ni tampoco más milagros buscados para ganar conversión. Solo tu fe confiada en la Palabra de Dios abre tu corazón. Es la llave para que veas y cambies. No busques pruebas ni milagros para convencerte. Muchos que conocen y han oído su Palabra y han visto milagros siguen con sus corazones cerrados. No es cuestión de ver y conocer sino de fiarse de Aquel que ha muerto y Resucitado y, hoy, vive y camina con todos nosotros. Te busca, te llama y espera pacientemente tu respuesta. Acude al banquete al que has sido invitado. Tu felicidad eterna está en Él.
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