El amor de Dios
exige una lucha interior entre la semilla sembrada en tu corazón por el Amor de
Dios, y la cizaña que crece sembrada por el pecado. Ambas crecerán juntas y establecerán
una lucha a muerte durante toda tu vida. Con y por la Gracias de Dios vencerás.
Hay muchos
interrogantes en mi vida, Señor, que necesito y quiero responder a tu llamada
de acuerdo y según tu Voluntad. Y, por mucho que busco, no encuentro las
respuestas. Necesito tu consejo, tu respuesta, tu luz y señal para saber a qué
atenerme y qué hacer. Respóndeme, Señor.
No habrá otra
alternativa. La lucha está establecida desde lo más profundo de tu corazón.
Experimentas a cada instante un deseo de dejarte llevar por las seducciones que
el mundo, demonio y carne te presentan.
Eso te inclina a someter a tu prójimo, a esclavizarlo y a ponerlo a tu servicio. Tú te eriges en rey y tomas al otro, al débil, pobre y marginado como esclavo, pero, si quieres responder al Amor de Dios, tendrás que tratarlo como te gustaría que tú fueses tratado.
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